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Ser ama de casa implica un reto de naturaleza diversa…

Trucos para ahorrar en el supermercado (PARTE 3): Reparando errores en la compra

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A tod@s nos ha pasado alguna vez: llevamos a casa el producto equivocado, por la publicidad constante o porque desconocemos los resultados que vamos a obtener

Como consumidoras (y como consumidores, ¿por qué no?), muchas veces adquirimos productos que realmente no nos vienen bien o no cumplen de la mejor manera con la función a la que supuestamente están destinados, en especial en lo que a cosméticos se refiere. Y los champús no escapan a este problema…

Unos porque crean alergias, otros porque no limpian como deberían, son demasiado aceitosos, resecan la piel, causan picores, enrojecimientos o caspa, tienen mal olor, tienen demasiado olor… Hay mil motivos por los que un champú puede resultar inapropiado para nuestro uso, ya que cada persona es distinta, y lo que a una le sirve, a otra le puede resultar un caos.

Hoy les cuento cuatro usos que yo le doy a mis champús cuando, definitivamente, por más pruebas que haga con ellos, no funcionan en mi cabello. Obviamente, también pueden regalarse a alguien. Pero si no contamos con ese “alguien”, o nos da pena regalar a otra persona un producto que creemos que es absolutamente malo, estas son mis propuestas:


LAVADO DE CEPILLOS Y PEINES:
la conveniencia de este tipo de limpieza, va a depender, obviamente, de la frecuencia con que se utilicen y del tipo de productos con los que estos elementos entren en contacto. Los geles y fijadores para cabello, por ejemplo, suelen ensuciar los cepillos más rápidamente que otros productos, y obligan a un aseo más frecuente de ellos.

Sea cual sea la frecuencia, podemos usar el “mal champú” para limpiarlos sin dañarlos, y con ello, nos ahorramos el dinerito que utilizaríamos en la compra de un producto específico para estos fines.

Si se trata de un cepillo de madera o de cerdas naturales, lo más recomendable es tratar de que no se humedezca el mango. Pero siempre resulta útil ese resto de “mal champú” para limpiarlo, porque a fin de cuentas es una mezcla pensada para usarse en el cabello y no lo dañará.


LAVADO DE JOYERÍA DE PLATA Y ORO:
este truco es de mi suegra, pero yo le añadí el champú a la historia :).

Cuando mis cadenas, anillos, pendientes o pulseras se ponen “negros” y pierden su hermoso brillo característico, los pongo todos juntos en una olla pequeña, agrego un poquito de agua, un par de gotas de champú, y lo pongo a fuego máximo hasta que rompe el hervor. En ese momento, apago la cocina, lo dejo para que aproveche el calor residual un par de minutos, y cuando todavía está caliente, lo vierto todo en una tela porosa a manera de colador. Cuando escurren lo suficiente, les hago un último enjuague con un chorro de agua fría directamente de la tubería, y los seco con un paño limpio.

Para usar esta idea, es importante tomar en cuenta ciertas precauciones:

1)      No usar demasiado champú, porque al romper el hervor, el agua hace burbujas y tiende a derramarse.

2)      No descuidar la olla, por la misma razón anterior. Las burbujas se forman tan rápidamente, que si nos descuidamos se hace un desastre increíble en un segundo, y alguien puede salir lastimado. Apagar al primer hervor es indispensable.

3)      El tip funciona de seguro con alhajas de plata u oro. Las aleaciones, los baños de plata, baños de oro, o la joyería de fantasía, podrían reaccionar mal ante este proceso y quedar manchadas. En todo caso, si decidimos ponerlas a fuego, lo más recomendable es no mezclarlas con joyería de plata u oro, para no exponer a que causen un daño a las piezas más costosas.

4)      Por alguna razón que desconozco, el agua resultante de este proceso suele quedar algo oscura y mancha muchísimo las prendas. Es importante proteger nuestra ropa mientras trabajamos, y no usar como colador una prenda que todavía sea útil (una toalla, por ejemplo), ya que la mancha podría no salir nunca más de ahí.

5)      Aunque esto pueda parecer obvio, hago la advertencia de todos modos: la joyería estará caliente. Es mejor que la dejemos enfriar sobre el paño o manta que hemos usado como colador, antes de secarla y guardarla.

6)      Es importante el enjuague final con agua fría, para extraer la mayor cantidad del líquido manchado de la joyería que intenten limpiar, de modo que de realmente pueda brillar como cuando la adquirimos.


MANICURA Y PEDICURA EN CASA:
para realizar estos procesos en la comodidad de nuestro hogar, por lo general utilizamos una tina o tacita con agua tibia.

Al agua donde vamos a sumergir pies o manos, se le pueden agregar unas gotas de “mal champú” (o un chorrito, dependiendo de la cantidad de agua), para que esta quede un poquito jabonosa.

En este caso, de nuevo ahorramos el dinero que hubiéramos invertido en comprar un producto específico para estos fines. Además, la solución jabonosa ayuda para suavizar las cutículas, mucho más que si utilizamos agua pura, con lo cual el trabajo se facilita.

Resulta importante asegurarnos de que el agua no quede más bien demasiado jabonosa, ya que eso podría dificultar nuestra labor antes que ayudarla.


IMPROVISANDO PARA LOS NIÑOS:
una opción no menos conveniente para usar ese “champú intolerable”, es diluirlo en la medida necesaria y usarlo para hacer burbujas con los niños.

¡Quién no se robó el jabón de ropa o el de manos, para hacer líquido de burbujas!

Los pequeños simplemente no van a poder resistir la tentación con esta propuesta… Y nosotros, habremos convertido una mala inversión, en un juguete para disfrutar y compartir con ellos un rato muy ameno.


OTROS USOS RIESGOSOS Y NO AVALADOS:
dos últimas ideas rápidas para aprovechar el champú en lugar de desecharlo, serían aplicarlo en el cabello de las muñecas, o bien, utilizarlo como jabón para prendas delicadas.

Aclaro que nunca he usado un champú para esta última finalidad, así que no tengo idea de qué tipo de “contraindicaciones” pueden resultar de aplicarlo en prendas finas o que requieran jabón suave. Todo es cuestión de probar, supongo… Les dejo apenas la inquietud.  🙂

Sobre el cabello de las muñecas, puede ser hasta divertido… Cuando yo era pequeña, mi madre me permitía “bañar” a las muñecas que tenían cabello similar al humano (como las Barbie). Claro, que yo lo hacía con un buen champú que había en el baño, y el cabello les quedaba muy lindo.

Ahora bien: si el champú no funcionó en nuestras cabezas, ¿deberíamos arriesgar a nuestras amadas muñecas? De nuevo, cada quien en casa puede experimentar y ver los resultados.

Sólo no culpen a esta pobre ama de casa bloguera por las eventuales consecuencias de estas dos últimas prácticas. 😉

NOTA:

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